A propósito del estreno de La mujer de negro, una película de terror gótico al estilo clásico de la Hamer y que además nos seguirá demostrando que Radciffe es un buen actor capaz de cargar una película sobre sus hombros, me gustaría traer a la memoria una película maravillosa de terror-suspense no suficientemente reconocida; Al final de la escalera.
Una curiosa película canadiense dirigida por Peter Medak y protagonizada por George C. Scott, quien muchos año después encarnaría al teniente Kinderman en Legión (exorcista III) y Melvyn Douglas. La película nos sitúa en la vida de un gran compositos que acaba de perder a su esposa y a su hija en un trágico accidente. Ya nada le importa, nada le asombra, lo ha perdido todo. Se muda a un tremendo caserón con la intención de tocar el piano a la hora que sea... solo eso le distraerá.
Pero pronto comenzará a notar ruidos extraños en la casa. Sonidos extraños. Pronto descubrirá la presencia de alguien que no puede descansar en paz... Necesita su ayuda.
Es una pelicula de terror realizada con mucho estilo y elegancia. No hay gore ni sangre, ni falta que hace, no le pega a la historia. Porque hay tensión, misterio, suspense, intriga, tensión psicológica... y todo va creciendo progresivamente a medida que vamos conociendo la historia de por qué esa presencia, un niño, no puede descansar en paz. Francamente esta muy conseguida toda la historia del pasado de ese niño y de su padre, y se lo debemos a un guión original de William Gray y Diana Maddox.
Y ek gran climax también lo contribuye la maravillosa banda sonora de Rick Wilkins, unos temas sencillos pero muy efectivos y al mismo tiempo inquietante pero hermosa.
Fue una pelicula muy imitada hasta día de hoy, pero ninguna ha logrado conseguir ese clima, esa sensación de inquietud, ese desasosiego, ese nerviosismo... No, eso solo lo consiguen las buenas películas de terror como esta. Las demás solo consiguen un susto forzado a base de un sonido estridente en su bso, no dejar al espectador durante toda la película con esa sensación de que lo que ha visto no ha le ha pasado desapercibido.
Al final de la escalera... hay una silla de ruedas de niño, y su triste secreto, el cual no le deja descansar en paz...
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