Hoy hace 200 años que nacio Charles Dickens, uno de los más grandes de la literatura universal, como decía mi profesor de literatura: todo un animal de las letras. Se trata de uno de los mas grandes heróes de la literatura que logrado formar parte del Olimpo de los grandes escritores.
Con un estilo sencillo, profundo, descriptivo... logró meterse en el corazón de millones de lectores que se enganchaban emocionalmente con sus historias. Historias de amor, de infancia, de soledades encontradas, de ternura, de reconciliaciones, de ilusiones recuperadas...
Es uno de esos escritores mil veces adaptados en cine. Todas sus historias siguen funcionando. Dickens ha sabido fusionarse tan bien con el cine como el cafe con la leche. Hace poco volví a ver la versión que de David Copperfield hizo George Cukor y no pude despegarme. Y exactamente lo mismo me sucede con sus novelas...
No se cuál es el ingrediente de Dickens que tanto gusta, posiblemente sea su humanidad. Sus obras estan llenas de una fe ciega por la humanidad, de una apuesta fuerte por el ser humano, por la bondad por encima del odio y de la falsedad, por la ternura por encima de la violencia. De eso trata principalmente David Copperfield, Oliver Twist, La leyenda de Nicolas Nickleby...
También es una buena ocasión para volver a sumergirse en su primera novela, ahora nuevamente reeditada, Los papeles póstumos del Club Pickwick. Una novela escrita por entregas y que lo lanzó a la fama, una merecida fama.
Su bicentenario es una buena ocasión para conocer el lado más humano e intmo del autor con una maravillosa biografía escrita por Peter Ackroyd. Y por supuesto para adentrarnos en cada una de sus novelas, que son, como las grandes novelas, como una vida de repuesto, que nos devolverá muchas cosas que creíamos perdidas.
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