Hablar de “Stella” es
hablar de esas películas que tocan el corazón. Está basada en una novela de
Olivie Higgins Prouty, y que ya había sido adaptada para el cine en el año 1937
y protagonizada por Barbara Stanwyck
e incluso antes en 1925 dado el gran éxito de la novela. Pero en mi opinión estamos ante su versión más
lograda fundamentalmente gracias a la gran interpretación de Bette Midler.
Si me preguntasen de que
trata “Setella”, su principal argumento es el amor de una madre. Stella es una
mujer humilde, trabaja en un bar, no tiene una educación muy exquisita y su
mejor amigo en uno de los parroquianos diarios que de esa bar, magistralmente
interpretado por John Goodman. Pero en una noche y por casualidad Stella va a
encontrar en ese bar a su príncipe azul: educado, guapo, con una exquisita
educación, medico….que se enamorará perdidamente de ella. Pronto quedara
embarazada y tiene una hija. Ellos se casan. Y prácticamente a partir de aquí
es donde comienza verdaderamente la película.
Las dificultades de ese
matrimonio lleno de abismos sociales, dos formas de educar, dos formas de
querer…. Bette Midler hace un papel soberbio, yo diría de los más intensos de
su grata filmografía. Esta película es el reflejo de cómo lucha una madre por
su hija, de cómo lo da todo. Cambia su trabajo del bar por otro en el que ganará
menos pero que no avergonzará a su hija, intentará reformar a su amigo
alcohólico para que su hija lo acepte, le preparará las mejores fiestas de
cumpleaños, le dará los mejores consejos, será su mejor amiga, e incluso
aceptará pasar la Nochebuena para que su hija la pueda pasar con su padre… Pero
sin embargo…. Y ahí comenzará el núcleo de esta historia: el sacrifico de una
madre.
Tuve la suerte de poder
ver y dar a conocer esta película a mi madre como mi solapado homenaje a lo que
ella había hecho por mí. Es la película de las madres y sus sacrificios por sus
hijos. Es la película del amor que se entrega totalmente, del amor que sabe
esperar, sufrir, intentar, perdonar, luchar, trabajar, llorar, reír… Esta
película logra retratar en el personaje de Stella algo tan enorme y complejo
como es el amor de un madre.
Una película hermosa,
intensa, triste y alegre a la vez, como es la vida misma. Ideal para entender
lo que es capaz de hacer una madre por una hija. ¿Qué de que trata “Stella”? Del amor de verdad,
del primero y más autentico que encuentra un ser humano al nacer, el de su
madre.
Inolvidable la escena del
cumpleaños. La gran fiesta que le prepara su madre y que poco a poco todos los
invitados llamaran para excusarse y no ir. Es ahí donde Stella comienza a darse
cuenta que por mucho que se ha sacrificado por su hija, aun le queda hacer el
sacrificio mayor: “renunciar” a ella…
Y por supuesto la tierna,
triste y emocionante escena final en la que Stella necesitaba saber si después
del gran sacrificio que hizo por ella,
era feliz. “- Necesito verle la cara, necesito saberlo”. Le dice al policía que
intenta apartarla de la ventana desde la que contempla desde la lejanía la boda
de su hija. Es una escena que llega al alma. Una escena tan lograda en la que
se dan cita tantos sentimientos a la vez, tristeza por la situación, alegría
porque su hija es feliz, tristeza porque ella, la que había hecho todo por ser
una gran madre, se quedaba sin su hija… Pero su hija era feliz, y para una
madre, solo eso importa. Si su hijo es feliz, eso es todo lo que una madre
necesita saber y conseguir, y a partir de ahí, lo demás no importa… Así son las
madres…