¿Sabes lo que es un flashback?

¿Sabes lo que es un flashback?

miércoles, 31 de julio de 2019

AMOR SECRETO...


Con esta película, "La semilla del tamarindo", vuelven a repetir la pareja Blake Edwards y la gran actriz Julie Andrews en un intento de cambiar de género y pasar a una película cuyo género estaba de moda en la década de los 70.



   Ciertamente “La semilla del tamarindo” es una de las películas menos conocidas del director, pero a la vez una de las más apreciadas ya que es muy representativa del periodo en que fue hecha. Es una película realizada en Gran Bretaña tras los choques del director con los estudios americanos Paramount y M.G.M, y que señala el periodo europeo del autor.  Es por ello  que se trata de una película más controlada, de menos presupuesto  que sus anteriores grandes producciones. También es un ejemplo de la intención del director de alejarse conscientemente de la industria americana. 




   “La semilla del tamarindo” esta basada en la novela homónima de Evelyn Anthony. Es una historia de amor situada en ese mundo del espionaje, tan propio de la Guerra Fría. Nos cuenta la historia de una mujer funcionaria americana (Julie Andrews) y un hombre, funcionario del estado Ruso (Omar Sharif). Ambos relacionados con la inteligencia de sus respectivas naciones, han de perseverar y luchar para sacar adelante su relación amorasa, que es potencialmente peligrosa para ellos cuando de Omar traiciona a Rusia y se convierte en espía. 


   Lo mejor de “La semilla del tamarindo” es que, sin olvidar en ningún momento su condición de thriller internacional, es una drama romántico e intimista. La película logra a la perfección dosificar amor y espionaje en sus respectivas dosis en una final narrativa en la que la tensión irá creciendo cada vez más hasta su sorprendente final.  Esto es lo que hace de esta película algo especial y original en lo que se refiere a un film de espías, sin tener nada que ver con la serie Bond, sino más bien un acercamiento maduro a los problemas de las relaciones de amor, de estados y de traidores en ambos lados. 



   Destacar la facilidad interpretativa de Julie Andrews para asumir el reto de una película alejada de su especialidad en el género musical, como también había demostrado anteriormente en “cortina rasgada” de Alfred Hitchcock. Y tambien destacar la hermosa partitura que compuso John Barry para esta esplendida pelicula. 


   Tanto la belleza de Julie, como la hermosura de las localizaciones, las playas y paisajes, hacen de esta película un entretenimiento perfecto en su combinación de suspense, drama, amor, acción, espionaje… que engancha al espectador hasta un final sorpresa que ni el de las novelas de Agatha Christie. 



miércoles, 24 de julio de 2019

LA BODA DEL SEÑOR CURA. "Quien se casa con modas, al año siguente queda viudo"


                                                                                             
   Estamos ante la primera colaboración de Rafael Gil con el exitoso, popular y prolífico Fernando Vizcaino Casas. Un escritor de enorme éxito de ventas dotado de un contagioso sentido del humor y de una facilidad pasmosa para captar tipos y ambientes. La novela batió record de lectores, así como también lo consiguió esta película siendo un gran éxito de taquilla.



   “La boda del señor cura” es la historia de una época y un cura. Un sacerdote joven, inquieto, inteligente y bueno. Primero comienza con una sana rebeldía contra normas anticuadas, pero poco a poco llegará al apartamiento de la disciplina, a la colaboración acrítica con las células comunistas, a la mentira, la doble vida… para terminar en el sexo y en un esperpéntico matrimonio con una bailarina de strip-tease, que en el colmo de la degradación, llega a desnudarse para todos los invitados en el banquete de su propia boda. 


   Aunque realmente el protagonismo lo comparte con los que fueron sus alumnos en el colegio jesuita en sus buenos años como profesor antes de que comenzara su degradación.  La descripción que la película hace de la vida en el colegio de Jesuitas tiene un sabor de autenticidad, incluso en algún que otro episodio escabroso.  Esos mismos jóvenes se reunirán veinticinco años después  en una celebración y verán lo que cada uno ha hecho con su vida.  Todos han salido más o menos adelante, pero hasta el más complicado y rebelde, mantiene un recuerdo vivo de aquellos inolvidables años de adolescencia.



   El reparto es esplendido: una combinación de jóvenes como José Sancho en el desventurado padre Camí, Juan Luis Galiardo, Manuel Tejada, Blanca Estrada…y veteranos como el gran José Bodalo en el papel del viejo y entrañable sacerdote padre Visus que ha mantenido intacta su fe. Todos ellos aportan credibilidad y frescura a una historia de ritmo ágil y llena de apuntes interesantes y exactos.



   Y a pesar del dramatismo de la trama, la característica principal es la ´sátira, que en ocasiones bordea el esperpento, porque el humor de Vizcaino Casas no esta extento de una cierta amargura, y desde luego, de un gran cariño a sus personajes. En este aspecto hay que destacar la capacidad de Rafael Gil para  adaptar con fidelidad el texto y captar todos sus acordes.


   La película vista hoy es una excelente documento histórico de una época, de una generación puesta en solfa en aquellos años que presenta defectos y virtudes. Es una reflexión sobre ciertos aspectos de la transición española y de sus aspectos mal entendidos y  de confusión que llegaron a afectar a cierto clero, en el que parece que para algunos la transición se había convertido en una ocasión de revancha, olvido de la historia o falsificación de la misma, de odio sin límites  a la situación política anterior de la que muchos en mayor o menor medida procedían, y sobre la pérdida de valores positivos. 


   Es una reflexión citica y satírica sobre la decadencia y cierta de gradación que comenzaron con una libertad mal entendida que afectó a la fe, a la educación, a la moral… Muy reveladora la escena de esos ex alumnos reencontrados vecinito años después, viendo la degradación en la que había quedado su admirando y referente profesor, el padre Camí.



sábado, 13 de julio de 2019

UN TRAJE BLANCO


Fue en 1956 cuando Vicente Escrivá le ofrece al director Rafael Gil inspirado en un hecho real; la historia de un niño pobre, que sin dinero para hacer la primera comunión vestido de blanco, como le hubiese gustado a su madre fallecida, le lleva a una prodigiosa odisea para conseguirlo… A Gil le gustó la idea y en coproducción con Italia se puso manos a la obra.



   La película presento a dos niños en los papeles principales: Miguel Angel Rodriguez (Polonio) y el protagonista Miguelito Gil, el niño que fue lanzado como competencia a Pablito Calvo y Joselito, y que logró con Un traje blanco su mejor película. Supo estar a la altura de una historia dramática y sensible que capta a la perfección la finura y la pureza del alma y la psicología infantil.


   Un gran acierto en la filmografía de Rafael Gil que supo captar de un caso real, sencillo y humano, un gran resultado artístico. Cine de la mejor calidad temática y artística que tiene sus dosis de moral sin ser moralista, es también docente sin proponérselo; realista pero sin complicaciones y sencilla sin vulgaridad.

   Ofrece un fiel retrato costumbrista. La escena del niño en los grandes almacenes es admirable como cuando se prueba el traje soñado, o sus correrías con su amigo Polonio. O sus cómicos intentos para evitar tomar la Comunión sin el traje blanco que su madre fallecida había imaginado para él. 




   Los últimos 15 minutos de la película cuando su hermano mayor gasta sus ahorros en el juego y el tiene que tomar una decisión heroica, se alcanza un clima de alta emoción, como en los mejores melodramas, que son aquellos en los que se puede llorar sin rubor.  Un desenlace apoteósico muy en la línea de “¡Qué bello es vivir!” de Capra. Y esta rodado con tanta sinceridad y convicción que resulta hermoso y gratificante. Y por supuesto gran parte del merito lo tiene Miguelito Gil, que fue un autentico descubrimiento y esta esplendido. Es una pena que su fama resultara efímera e inferior a la de sus dos rivales infantiles. Pero lo cierto es que Un traje blanco le garantiza un lugar en la historia del cine español.

  Y como dato curioso decir que en las escenas finales aparece Rafaelito Gil jr, el hijo del director que según cuenta, a sus ocho años le hizo repetir a su padre varias veces las tomas hasta que salió perfecta.