Fue en 1956 cuando Vicente Escrivá le ofrece al director Rafael
Gil inspirado en un hecho real; la historia de un niño pobre, que sin dinero
para hacer la primera comunión vestido de blanco, como le hubiese gustado a su
madre fallecida, le lleva a una prodigiosa odisea para conseguirlo… A Gil le
gustó la idea y en coproducción con Italia se puso manos a la obra.
La película presento a
dos niños en los papeles principales: Miguel Angel Rodriguez (Polonio) y el
protagonista Miguelito Gil, el niño que fue lanzado como competencia a Pablito
Calvo y Joselito, y que logró con Un traje blanco su mejor película. Supo estar
a la altura de una historia dramática y sensible que capta a la perfección la
finura y la pureza del alma y la psicología infantil.
Un gran acierto en la filmografía
de Rafael Gil que supo captar de un caso real, sencillo y humano, un gran
resultado artístico. Cine de la mejor calidad temática y artística que tiene
sus dosis de moral sin ser moralista, es también docente sin proponérselo;
realista pero sin complicaciones y sencilla sin vulgaridad.
Ofrece un fiel retrato costumbrista.
La escena del niño en los grandes almacenes es admirable como cuando se prueba
el traje soñado, o sus correrías con su amigo Polonio. O sus cómicos intentos
para evitar tomar la Comunión sin el traje blanco que su madre fallecida había
imaginado para él.
Los últimos 15 minutos de
la película cuando su hermano mayor gasta sus ahorros en el juego y el tiene
que tomar una decisión heroica, se alcanza un clima de alta emoción, como en
los mejores melodramas, que son aquellos en los que se puede llorar sin
rubor. Un desenlace apoteósico muy en la
línea de “¡Qué bello es vivir!” de Capra. Y esta rodado con tanta sinceridad y
convicción que resulta hermoso y gratificante. Y por supuesto gran parte del
merito lo tiene Miguelito Gil, que fue un autentico descubrimiento y esta
esplendido. Es una pena que su fama resultara efímera e inferior a la de sus
dos rivales infantiles. Pero lo cierto es que Un traje blanco le garantiza un
lugar en la historia del cine español.
Y como dato curioso decir
que en las escenas finales aparece Rafaelito Gil jr, el hijo del director que
según cuenta, a sus ocho años le hizo repetir a su padre varias veces las tomas
hasta que salió perfecta.
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