La película engancha de principio a fin. Es de las llamadas películas de superación. Superar un reto y superarse a sí mismo. El auténtico argumento, aquel que subyace en la superficialidad de librarse de una roca, es la propia transformación del individuo. Al principio de la película se nos dan las claves sobre un joven individualista, que ni si quiera atiende a las llamadas de su madre, que no le dice a nadie donde va, ni sus planes de fin de semana... Es el egoismo hedonista personificado.
Sin embargo sus planes se tuercen. Una roca ha caído en su brazo dejandole atrapado. Esta parálisis en su vida, le va a permitir reflexionar sobre su propia existencia. En la soledad de las rocas del Cañon echará de menos a sus padres, a su hermana, a sus amigos, echar una cerveza fresca... Echará de menos vivir.
Es portentosa la escena del cuervo, ese cuervo que pasa a la misma hora.Gracias a ese cuervo, nuestro protagonista aprenderá a valorar cada segundo de la vida, la sencillez y la hermosura de lo cotidiano.
A pesar de las consecuencias que el protagonista deberá sufrir para salir de esa roca, sin embargo el hombre que sale del Cañon ya es otra persona. Con un motivo distinto para vivir, con más de una razón para seguir luchando, haciendo deporte... viviendo...
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