Siempre me ocurre que al hablar de una película de José Luís Garci me desborda. Son sus películas tan profundas, tan “trascendentales” que van al centro mismo del ser humano. Siempre he dicho que en el fondo casi todas sus películas hablan de la vida y del ser humano. Todas tienen como tema la vida misma. Y hace falta ese conocimiento de la vida, de las personas y de sus sentimientos más auténticos para hacer películas como esta.
Tiovivo c.1950 habla de casi todo, se trata de todo un elenco, un abanico de distintas historias que se entrelazan y que tienen como fondo un especie de búsqueda de sí mismos. Son personajes de distintos tipos, de distintas clases sociales, con distintas ambiciones, distintas formas de ver la vida, pero sin embargo al final no parecen tan distintos. El entramado, las vueltas de la vida los une a todos. Todos los personajes se sitúan dentro de ese tiovivo que es la propia vida, con sus historias, con sus buenos y malos momentos. Es una película en la que no se puede hablar de protagonistas, ya que casi todos están en igualdad de planos y escenas. Aquí el protagonismo lo tiene las historias.
Como el propio J.L. Garci afirmó, Tiovivo c.1950 quizá sea una de sus películas más completas porque trata en su globalidad de muchos temas que ya había tocado más detenidamente en sus anteriores películas. También la definió como una especie de radiografía de nuestro pasado, de esos años que, citando a Manuel Alcántara, fueron los más difíciles, pero sin embargo, los más nuestros. Estamos por tanto ante una especie de prisma que se puede ver desde distintas perspectivas.
Los lugares en los que se desarrolla la película son también lugares muy distintos entre sí, pero conectados por los personajes.; el bar-café, el banco, la taquilla del metro, la sacristía, la taquilla de un cine, un taller, el salón de una casa, la habitación de un hotel, también la de una pensión… Son los escenarios propios de las historias normales, de esas historias de todos los días.
Qué decir de la banda sonora. Yo creo que es parte esencial de la película, es como ese motor que le da pulso, movimiento, vida. Resulta del todo destacable que Pablo Cervantes, desde su juventud, haya podido componer una partitura de una madurez asombrosa para su edad. Cuando lo entrevisté en Sesión continua, le dije que este había sido uno de sus mejores trabajos. Se trata de una música en la que intervienen dos melodías, una alegre y otra triste y nostálgica, y ambas conviven en una misma partitura. Es una banda sonora que logra captar, que logra definir la vida misma, con sus momentos alegres, sus momentos tristes y sus momentos nostálgicos que intentan recuperar un ayer que se fue diluyendo como cuando nos despertamos de un sueño. Y todo esto lo logra captar la banda sonora de Tiovivo c.1950, y muy bien logrado. Para J.L. Garci, Pablo Cervantes logra captar ese mundo interior tan difícil de definir, ya sea con palabras, con imágenes o con la música, pero que sin embargo Cervantes consigue.
Las historias que se cuentan son historias cercanas, historias con un tinte de credibilidad. El matrimonio, el trabajo, las ambiciones, el cien, el amor, la amistad… Destacaré algunas de esas historias más significativas. Primero tenemos la de ese curioso pero intenso matrimonio de Pola y Guillen Cuervo. Se puede decir que es un matrimonio que no pasa por su mejor etapa. Viven en una pensión, ya no se dan un beso cuando se reencuentran después de una dura jornada. Ambos están abatidos por los duros tiempos en los que les ha tocado vivir. Él tiene a un hermano en el corredor de la muerta, se gana la vida con mucho trabajo entre recados y encargos y está enamorado de una taquillera de cine. Pola es una mujer guapa, trabaja en una especie de “discoteca” y llega a casa cansada y muy tarde. Él la quiere, pero la pasión desapareció, pero se quieren. La propia taquillera de cine le aconseja que cuide mucho a su Pola, porque nunca va a encontrar a una mujer como ella. La mejor escena, quizá por su intensidad, de esta historia es cuando él recibe la noticia de que mataron a su hermano. Entra en la habitación de la pensión, allí está Pola, acostada pero despierta. No hace falta decirle nada, ella con tan solo mirarlo sabe lo que paso. Se incorpora y se acarician la mano. Creo que ella le sigue amando como el primer día y él se da cuenta de que ella, aún sigue siendo la mujer de su vida.
Otra historia es la de Elsa Pataki como taquillera del metro y estudiante de mecanografía y la de un sacerdote. Ambos están muy enamorados, claro que ella no sabe que él es un sacerdote porque él a su vez ha sabido ocultarlo muy bien. Surgen los planes de futuro, las ilusiones, las ganas de presentarlo a sus padres, surgen incluso las ganas de pasar la vida juntos para siempre. Pero a él ya había elegido otro camino, una elección que el define como error al haberla conocido a ella. Ese no era su camino, su camino era el matrimonio. Y en él surge la tristeza de saber que ya no hay vuelta atrás. La escena más intensa de esta historia es la de su final. Un día ella en la taquilla del metro ve como se acerca un sacerdote, levanta la vista y es él. A ella se le llenan los ojos de lágrimas y es incapaz de decir nada. Solo él es el que dice algo, algo que ella hubiera preferido que nunca dijera. Seguramente ella estaría pensando en ese momento dónde habrían ido a parar tantas ilusiones, tantas promesas, tantos momentos felices juntos.
A esta historia se le enlaza otra, que es la de los padres de ella, un matrimonio sencillo pero de caracteres completamente diferentes, pero que sin embargo se quieren con un cariño tan sincero y auténtico. O la historia de los cineastas que pretenden rodar la película “Cielo rojo”. O la del solitario cliente de un banco, o la de la anciana y su loro y su escondido baúl lleno de dinero. O la de los pueblerinos que vienen a Madrid a pagarle la promesa al Cristo de Medinaceli…
Todos ellos, sufridores de la vida… Sobrevivientes de una sociedad gris, sufrida, con muy pocas esperanzas de futuro, pero… sin embargo, el tiovivo sigue girando…
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