Durante mucho tiempo fue una película que se vendió como una entrañable película de ciencia ficción, aventuras, hasta hogareña decían. Pero nada más lejos del propósito de Wells, que era el de hacer una inquietante reflexión del ser humano y su destino. Una película que vista hoy resulta curioso ver como muchas de las características que Wells atribuía a una futura humanidad, ya las vemos hoy.
La película sitúa una guerra nuclear y bacteriológica en el año 1966, posiblemente la III guerra mundial. El viajero del tiempo, asustado, huye en su maquina acelerada y va al año 802.701. En ese hipótetico futuro, Wells pinta a siniestra nueva raza humana. Una humanidad que se dividió en dos; los iloid y los morlock.
Los iloid son descritas como unas multitudes obtusas, ciegas. Preocupadas solo por la imegen, por la belleza exterior. Son la cultura de la imagen. Ni trabajan, ni conocen el sacrificarse por nada. Solo saben divertirse. Son seres despreocupados y frágiles. Les caracteriza una falta de interés en lo referente a la cultura, a la que no supieron conservar.
Los morlocks son seres que viven en el anonimato. En la oscuridad. Y desde ahí manipulan a los iloid, a las multitudes obtusas. Son seres dominadores. Maniuladores. Dominan la tecnica y se sriven de ella para manupular a los iloid.
La reflexión está servida. Cada cual podrá sacar sus propias conclusiones, pero eso sí, Wells, un profeta.
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