Siempre que lo he visto, me imgino la historia personal de cada uno de sus protagonistas. Seguramente el día es un domingo por la noche, muy tarde, a esa serena hora en la que cierran los bares. Una pareja que acabó ahí a tomarse algo porque era lo único que estaba abierto, una pareja distante, han caido en la destructora rutina, y ya no pueden salir de ella. Las tardes de domingo ya no son como antes... ¿Donde fue a parar todo aquello? Se pregunta el hombre, mientras la chica tan solo se mira las uñas... Tan cerca y tan aislados.
El hombre de espaldas, del que ni siquiera conocemos su rostro, tiene toda la pinta de querer evadirse, olvidar, pero es dificil... Esa noche, ese domingo, en ese bar, y en esa barra, ha descubierto que hay algo peor que la muerte; la soledad.
Y el camarero, tan solo mira al exterior. Quizá allí se este mejor. No le gusta lo que en ese bar, las personas que alli parar esa noche, solo desprender vacio y soledad, seguramente afuera habrá mas vida que la que hay aquí. Pero lo que el no sabe, es que el unico lugar iluminado, donde habita la luz, es precisamente su bar. Pero siempre piensa que fuera esta la luz, cuando donde realmente esta es en su interior.
Es un cuadro para contemplar, pensar... y meterse en el. El cuadro refleja a a la perfeccion esa tregua que da la noche, donde la vida parece dejarnos respirar un poco, nos deja tomar conciencia de nosotros mismos y de que vivimos. La noche es una vida de repuesto, como el cine.
Y aún en el vacio de las calles y en la soledad de la noche, y en la tristeza que reflejan esos rostros, aún hay un bar abierto, su luz se refleja en las calles... En la hora en que cierran los bares, este, aún esta abierto...
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