PARÍS, C. 1920

   Medianoche en París vuelve a ser todo un regalo de Woody Allen a los apasionados del cine. Una película muy cercana a La rosa púpura del Cairo, con una reflexión vitalista-existencialista. El protagonista, como viene siendo habitual ultimamente en las películas de Allen, vuelve a ser un escritor seco en ideas que necesita ir a París para inspirarse. Le encanta París, sobre todo de noce, y caminar por sus calles mientras llueve.  Y admira la decada de los 20, cree que era mucho mejor que la actúal, y era donde estab el caldo de cultivo del arte del siglo XX.
   Es toda una relexión sobre el pasado y el presente. Allen pone en entredicho aquello de que "cualquier tiempo pasado fue mejor". El protagonista se da cuenta, cuando la estupenda y guapisima Marion Cotillard, en su personaje de los años 20, le dice q le gustría irse al siglo XIX, que allí es donde realmente esta la esencia de la cultura, el arte y la felicidad.
   Él se da cuenta de que da igual en que tiempo estemos, porque siempre pensaremos que el tiempo pasado fue mejor, y eso, es un gran error. No existe es pasado porque ya pasó y tampoco existe el futuro porque no ha llegado, tan solo existe el instante presente, el cual hay que vivir como el mejor y único tiempo existente.
   Gracias a esta experincia, el protagonista logra perfilar su novela y quedarse en París, donde encontrará su verdadera pareja. Y comenzará a valorar su presente, la vida.
   La película es una exaltación al arte, a la buena música, al sabor de la madrugada, a las ciudades de noche, a la literatura... Es maravillosa la declaración de amor por el arte que hace el personaje de Kate Bates; "el artes es el mejor medio que exite para superar y canalizar el vacio de la existencia".
   En definitiva, una maravilla de Woody Allen, donde nos vuelve a deslumbrar como hacía tiempo que no lo hacía, con sus maravillosas y guapas actrices, su deliciosa seleccion de jazz, su cuidada ambientación y su autentica visión de la existencia...

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