¿Sabes lo que es un flashback?

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jueves, 26 de marzo de 2020

HIJOS DE PAPÁ


   Estamos  ante una de las mejores colaboraciones entre el escritor Vizcaíno Casas y el director Rafael Gil, y quizá de las más personales; "Hijos de papá". La tercera colaboración del director y el escritor.


   La película se divide en dos partes: la primera en blanco y negro cuenta las andanzas de un grupo de jóvenes españoles en la segunda mitad de los años cuarenta; las estrecheces económicas, la devoción religiosa, el cabaré, el cine americano, el recato de las mujeres, la picardía de los chicos, los sacerdotes rígidos, Manolete… y la manifestación multitudinaria en la plaza de Oriente de 1946 en apoyo a Franco y en rechazo al aislamiento internacional de España.
   Y la segunda mitad  se desarrolla en 1978, cuando los jóvenes de 1946 son ya padres que han cumplido la cincuentena y se enfrentan a un mundo desconcertante, sobre todo por sus hijos, que hacen una vida muy diferente a la que ellos tuvieron. El desencanto, la falta de valores, la nostalgia por un pasado irrecuperable, las aventuras más graves de los jóvenes con las drogas y el sexo. La película lanza una pregunta: ¿Qué ha ocurrido con el relevo generacional? Los padres esforzados y sacrificados se dan cuenta que  han tenido solo  hijos de papá incapaces del menor sacrificio.


   Aunque no todos serán así. Por fortuna, los padres tendrán ocasión de descubrir también sus propios fallos, sus errores, así como las virtudes que algunos de los jóvenes contemporáneos atesoran.
   El segmento en blanco y negro (que incluye una escena de “El clavo”) tiene una fuerte carga de nostalgia y de reivindicación generacional, aunque esté envuelto en el humor característico de Vizcaíno Casas. La segunda parte en color, que se inicia con los protagonistas veraneando aburridos en Benicasim, posee el tono satírico y a ratos grotesco de los dos títulos anteriores.



   Algunos aspectos de la juventud están descritos con mordacidad, sobre todo su incomprensible vacío existencial, tal vez fruto de una adolescencia demasiado cómoda. Pero el tiempo no pude detenerse, de ahí el contraste devastador entre la reunión en el casino del grupo de ancianos (magnifico Antonio Garisa), haciendo exactamente lo mismo que treinta años antes, y el ritmo vertiginoso de la vida actual, simbolizado en las fiestas de la discoteca y la canción que interpreta el grupo Charol. 


   Entre las diferencias generacionales se trasluce el simbólico mensaje: el respeto al pasado es imprescindible para encarar el futuro, sobre todo porque el presente de hoy se convertirá mañana en pasado y así sucesivamente.

   Destacar al conjunto de portentosos actores que conforman el reparto, con el incomparable José Bódalo a la cabeza, bien secundado por Irene Gutiérrez Cava, Antonio Garisa, Florinda Chico, Fernando Sancho, Agustín González (encarnando a un chaquetero político muy propios de la época que pasa del partido Falange al partido Socialista), Alfonso del Real, Antonio Casas, Rafael Hernández… y una joven debutante Ana Obregón.
   La película fue un enorme éxito que contradecía con el silencio de la critica . Quizá lo más que se le achacaron algunos fue la película pinta unos años cuarenta en exceso pulcros, en tanto que la nota esperpéntica a veces se vaya de la mano en la última fase de la historia. Pero aún así, no le falta sinceridad, convicción, y por supuesto, buen oficio cinematográfico del gran Rafael Gil.



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