Es la historia de un viaje, de
un padre y un hijo, de un viejo y un joven. Es la historia de un viaje iniciático
que transforma o resitúa al ser humano en el camino de la vida. Este es, en pocas palabras, el gran mensaje que
nos brinda esta película a la dirección de Alexander Payne.
Es una película que recuerda mucho a Una historia verdadera de David Lynch o a
Pequeña miss Sunshine. Peliculas en
las que se pone de manifiesto que en el camino se ponen en evidencia nuestras
metas mediocres, nuestros objetivos superfluos y son transformados por lo que
verdaderamente importa.
Alexander Payne, desde una puesta en escena
clásica y con una sabia utilización del blanco y negro, el color de los
clásicos, para hacer una reflexión universal: lo que importa no es la meta,
sino el camino. La vida es un camino hacia una meta que nunca alcanzaremos, por
eso, la importancia ha de tenerla el camino.
El verdadero protagonista de esta película,
no es el viejo, sino su hijo, interpretado portentosamente por Will Fort. Él es
el que va a descubrir lo esencial, lo que perdura y lo que no, lo que hay que
considerar importante y lo que no, el amor a la familia. La visita al
cementerio es una escena clave en esta película, no es una escena de relleno ni
superflua, quizá la más existencialista que he visto en el cine desde hace
tiempo.
Esta película es una reflexión sobre la
vida, como también lo fue su anterior película Los descendientes. Ambas son de un vitalismo existencialista. Algo
muy difícil de hacer en el cine.
En Nebraska, a mitad del camino descubrirá
lo que mueve al ser humano: el dinero. Esa mediocridad es lo que mueve el mundo
y lo que enturbia el entorno familiar. Y al final, ¿para qué? Al final del camino
el hijo descubre que solo hay una gorra. Simbología pura. El sentido de lo que
ambos han hecho, padre e hijo, no estaba en la meta, sino en el camino. La vida
es un camino. ¿Y la meta? La meta es el final que nunca veremos y por lo tanto,
lo menos importante. La meta es lo que pone fin a la aventura, y lo que importa
es la aventura. Es por eso que el género de las “road movie” es uno de los más apropiados
para reflexiones como las de esta película, sobre la vida misma.
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