Aunque solo me gusta escribir sobre cine en este blog, hoy haré una exepción con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud con el Papa Benedicto XVI. He de reconocer que fui sin una fuerte motivación, los macroencuentros a veces distraen mucho del auténtico motivo que los congrega. Pero este ha sido distinto, pero solo me di cuenta el sábado, la noche de Cuatro Vientos, la noche de la tormenta, la noche donde pude descubrir qué es realmente ser cristiano...
Las previsiones se habían desbordado, el fin de semana Madrid recibió centenares de miles de peregrinos que solo fueron a los actos del fin de semana. Nadie esperaba aquella marea humana en Cuatro Vientos. Todo se desborbó, la policía tuvo que cerrar los accesos porque ya no había mas aforo posible.
Comienza la Vigilia y de repente llega una tormenta de verano, que aunque no duró mucho tuvo un momento de furia. El Papa hablaba y de repente vino una ráfaga de viento fuerte que tiró la Cruz de los jóvenes y se llevó volando el solideo del Papa, fue en ese momento cuando los dos millones de jóvenes que alli se encontraban, tanto dentro y fuera como los que caminaban de regreso, comenzaron a vitorear al Papa, a cantar, a aplaudir... Y aquella tormenta pasó a un segundo plano. Fue en ese momento cuando el secretario del Papa le dijo; "-Santo Padre, si ud quiere nos vamos". Y el respondió; "-No, nos quedamos."
En ese momento la marea humana se convirtió en una familia. Todos nos mirabamos sonreíamos y vitoreabamos a la vez. No había distinciones ni limitaciones por ser de otros paises, en ese momento todos nos entendíamos. Se había creado una inmensa unidad en medio de la tormenta... Me dí cuenta entonces que la unidad en la fe y que el amor al prójimo es capaz de vencer todas las dificultades, que realmente se puede vencer el miedo. A nadie le importó ni la lluvia ni la tormenta... Los gritos de; ¡ESTA ES LA JUVENTUD DEL PAPA!! acabaron con la tormenta, entre mas rugía el viento, mas gritaban... Lo que eso transmitía no se pude explicar con palabras.
Como tampoco se puede describir con palabras la labor de los Voluntarios, ha sido toda una lección de lo que es el servicio, la alegría, el amor por los demas... ¿De donde se pueden sacar las fuerzas y los ánimos para en medio de un cansacio de una semana, te contesten con una sonrisa, sin prisas y con amabilidad? Solo de un sitio... Gracias Voluntarios! Han dado ejemplo de verdad, no de boca, sino testimonial, de lo que realmente significa ser cristiano.
Cuando se produjo el colapso, tampoco dejaron entrar a los voluntarios que habían quedado fuera, pero ellos no perdieron la sonrisa, sino que desde fuera seguían vitoreando e informando con suma paciencia a todos los peregrinos que no entendían porque no podían entrar.
En las calles de Madrid, masificadas de peregrinos, pude darme cuenta que el la Fe y el Amor no existen las barreras, ni los idiomas, ni las fronteras... Todos eramos una gran Familia. La Fe da vida, une, amplía los horizontes, da sentido, y... vence las tormentas!
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