Este viernes en Sesión Continua hablaremos de una película que me fascinó desde el primer momento en que la vi; "La invasión de los ladrones de cuerpo".
Se trata de una película de ciencia ficción-terror hecho con cuatro perras mal contadas por uno de los grandes directores Don Siegel.
Todo un clásico de la serie B que demostró que con poco presupuesto, si hay talento e imaginación de puede hacer una obra maestra. Como es esta película que con los años se ha ido convirtiendo en una película de culto, con cuatro remakes, el último muy reciente con "Invasión" y una película de gran vigencia aún.
Es puro terror y no hay ni muertos, ni sangre, ni monstruos, ni violencia... solo sugerir una idea atroz: unos "seres" que invaden el cuerpo del ser humano despojándole de todo afecto, sentimiento, pasión... El protagonista, un joven médico comienza a sospechar que algo extraño sucede cuando sus pacientes acuden a su consulta a decirle que han notado algo raro en sus seres queridos:
"- Mi tío ya no es mi tío... Si, es el mismo, me mira, pero su afecto es engaño."
Una película cuya trama principal no es mas que un pretexto para sumergirnos en su segunda lectura, y hasta en su tercera: un mundo que se deshumaniza. Es una critica a los totalitarismos, los sectarismo, la uniformidad, el lavado de cerebro, la anulación de la personalidad...
Una película con una fluidez narrativa que atrapa de principio a fin, con una atmosfera de pesadilla que te va envolviendo hasta producirte un estado de inquietud, de desasosiego.... Eso solo lo consiguen las obras maestras, aunque sean de serie B.
Unos misteriosos invasores que una vez que toman posesión en el cuerpo de alguien ese alguien dice que vive en paz, armonía, pero... a costa de no sentir ni padecer. Es una critica velada a la incipiente sociedad conformista americana de los 50... Unos invasores que anulan la materia prima de la vida; el amor.
Muchos críticos han interpretado también esta película como una metáfora de la paranoia colectiva de la guerra fría, de la bomba atómica, de la amenaza del comunismo y hasta de la caza de brujas del senador MaCarthy.
Y por supuesto, como todas las grandes películas, como casi todas las películas, tiene una historia de amor. Un reencuentro que empezaba a resurgir hasta que se cruzaron en el idilio pueblo estos invasores escondidos en vainas. La escena cuando el personaje interpretado magníficamente por Kevin McCarthy invita a la guapísima Dana Winter a cenar, y ven que ese fabuloso local esta vacío:
"- Llevamos varias semanas así.- Le dice el camarero.- Teníamos músicos pero al final hemos optado por el tocadiscos."
Claro, esos invasores no sienten. No albergan la emoción de una cita con una chica, ni el placer de ir a cenar o a tomarse unas copas. Algo extraño esta sucediendo... Pero aun no saben que es y la pareja disfrutar de ese restaurante casi vacío, bailan la música que les llega y piden dos martinis... Eso es el cine, los pequeños detalles, la cotidianidad retratada en ese restaurante semivacío que parece sacado de un cuadro de Hopper. Una pareja que se resiste a dejarse poseer por esos invasores:
"- ¡No!, ¡Yo quiero poder amar y ser amada! No quiero ser uno de ellos..."
En definitiva; una obra maestra.
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